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Cumbre del Clima: ¿Qué puede hacer la arquitectura por el Cambio Climático?

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La arquitectura puede ser una buena receta contra el cambio climático. ¿Pero qué nos ofrece para ser exactos? ¿Qué tendencias vienen pisando fuerte en este sector que nos ayuden a contaminar menos?

Arquitectura y cambio climático

Antes de hablar de cómo la arquitectura puede contribuir al cambio climático, es importante resaltar que, según un informe de Ihobe, el sector de la edificación es responsable del 40% de las emisiones de CO2.

Y ojo, porque no solo eso, sino también es responsable del 30% del consumo de las materias primas, del 20% del consumo que se hace del agua, del 30% de la parte de generación de residuos y también de una parte de la ocupación del suelo.

Aunque puedan parecer datos preocupantes, hay que tener en cuenta que un proceso industrial genera contaminación. En el momento en el que se edifica, se consumen materias primas, se tratan, se transportan y se pone en marcha la obra. Son pasos que difícilmente se pueden reducir.

Sin embargo, siempre hay algo que se puede hacer para reducir los niveles de impacto medioambiental. ¿Cómo? Apostando por la reducción de las emisiones y la eficiencia energética.

Los arquitectos deben empezar a cambiar el chip apostando por la arquitectura sostenible, porque hoy en día ya opciones interesantes. Es un paso hacia adelante para hacer bien las cosas. Asimismo, no requiere de grandes inversiones económicas.

La arquitectura sostenible se puede poner en práctica con una inversión pequeña, por medio de medidas pasivas que no dependen de la tecnología. Pero sí se fundamentan en pensar antes de construir.

¿Cómo se puede llevar a cabo? Analizando cada uno de los detalles y apostando por soluciones que nos permitan mitigar el impacto medioambiental.

Porque hoy en día tenemos muchas opciones sostenibles para hacerlo posible.

Si echamos un vistazo años atrás, en el 1991 en Alemania surgió el ecodiseño de “Passivhaus”, un estándar con el objetivo de hacer edificios con energía casi nula.

Se basa en la optimización de los recursos por medio de técnicas pasivas.

Pero, ¿cómo? Por ejemplo, disminuyendo la necesidad de la climatización apostando por la orientación adecuada, el aprovechamiento del calor, etc.

Los resultados son impresionantes, porque tras llevarlo a cabo se ha conseguido una reducción del 75% en cuanto a refrigeración y calefacción.

También hay opciones interesantes como la pintura solar, que absorbe la luz del sol y produce combustible de hidrógeno. Por lo que, como ves, en la actualidad tenemos interesantes opciones en cuanto a arquitectura sostenible. Y esto es solo el principio de un cambio grande.